domingo, 20 de noviembre de 2011

Sacrificios Humanos

Los sacrificios humanos

Los relatos más minuciosos sobre los ritos de sangre maya provienen del Período Postclásico. Entre ellos, la escena de la extracción del corazón de un guerrero para ofrecerlo a los dioses.


Los jóvenes guerreros pertenecientes a las élites enemigas eran las presas más codiciadas. En el caso de capturar a un gobernante, o a un jefe principal, la víctima era reservada para ser decapitada durante una ceremonia especial.
A la inversa, cuanto más alejado fuese el pueblo de un cautivo, geográfica o culturalmente, los mayas lo despreciaban para el sacrificio. Al decir de Todorov, las víctimas preferidas debían ser, simultáneamente, extranjeras y cercanas.
Los métodos de inmolación eran diversos. Durante el Período Clásico se puso en práctica el descuartizamiento, realizado en ocasiones durante el juego de pelota.
El Templo de los Jaguares y de los Guerreros en Chichén Itzá fueron ámbitos privilegiados para la práctica de los sacrificios humanos.


Los cronistas españoles describen el equipamiento de los sacerdotes: resina de copal para utilizar de sahumerio, pintura negra, y cuchillos sacrificiales.
Según el pensamiento maya, los ritos eran imprescindibles para garantizar el funcionamiento del universo, el devenir del tiempo, el paso de las estaciones, el crecimiento del maíz, y la vida de los seres humanos. Los sacrificios eran necesarios para asegurar la existencia de los dioses, reponiendo su consumo periódico de bioenergía.
Los aztecas, y otros pueblos mesoamericanos y antiguos, creían que los sacrificios humanos eran rituales crueles pero necesarios para la renovación planetaria.
Se estima que cada año eran sacrificadas en Tenochtitlán unas 20.000 personas, y se cree que no era la única ciudad donde se celebraban estos ritos, ya que había templos parecidos al de Huitzilipotchli en otros asentamientos aztecas.
Este acto, que la mentalidad occidental condena como muestra de barbarismo y crueldad, sin embargo para la mentalidad azteca representaba un acto sagrado de vital importancia, ya que de su realización correcta dependía que el mundo siguiera existiendo
El cruel Tonatiuh
Para los aztecas el acto del sacrificio era una ofrenda muy importante a los dioses debido a que según sus creencias ellos se sacrificaron para que el Quinto Sol (la era en la que nos encontramos) recorriera el mundo y lo llenara de vida.
Cuando la era del Cuarto Sol llegó a su fin, tras una apocalíptica inundación, cuatro dioses se reunieron en Teotihuacán para decidir cuál de ellos debía arrojarse a una pira encendida para que de ella naciera el nuevo sol.
Tras unas primeras pruebas, de los cuatro quedaron dos candidatos, Tecaziztecatl, un dios vanidoso y bello y Nanahuatzin, que por el contrario era humilde, feo, y andaba siempre mirando al suelo, temeroso de la vista de los demás dioses.
Para decidir cuál de los dos sería el elegido para el sacrificio los demás dioses decidieron que sería el que llevara ante ellos el objeto más bello que encontraran. Los dos partieron y al término de la prueba Tecaziztecatl regresó con un puñado de bellas plumas de quetzal, mientras que Nanahuatzin lo hizo con un puñado de cañas, por lo que fue el vanidoso Tecaziztecatl el elegido para el rito.
Sin embargo, ante la pira, este dios sintió pánico y dudaba en arrojarse a ella, pese a las exhortaciones de los demás dioses. Cuando por fin cogió ánimos, Nanahuatzin se le adelantó lanzándose apresuradamente sobre el fuego. Avergonzado y para salvaguardar su honor, Tecazitezcatl lo hizo después de él, pese a que ya no resultaba necesario.


Los demás dioses aguardaron expectantes el resultado del doble sacrificio. Primero emergió Tecaziztecatl convertido en la luna, y después de él surgió Nanahuatzin convertido en un imponente sol que después sería conocido bajo el nombre de Tonatiuh.
Pero antes de iniciar su recorrido por el cielo, Tonatiuh exigió que los demás dioses se sacrificaran derramando su sangre. Estos en un principio se opusieron y le hicieron frente pero al ver que no podían vencerle, y dada la necesidad de que el Quinto Sol realizara su trayecto diario por el universo para la existencia de la vida, aceptaron tal propuesta.
Y, así pues, unos 1.600 dioses derramaron sus vidas y su sangre para que el mundo siguiera existiendo.
Un tributo insalvable
Por lo tanto para los aztecas, y otros pueblos mesoamericanos de creencias similares, el acto del sacrificio humano constituía más una ofrenda insalvable que un cruel acto ritual. De hecho las víctimas para los sacrificios se elegían de entre los voluntarios para el sacrificio, o en las guerras florales, disputas rituales con pueblos vecinos cuyos prisioneros eran destinados al sacrificio.
Y, con ello, los aztecas consideraban que saldaban la deuda que habían contraído con los dioses que se sacrificaron para que Tonatiuh consintiera en efectuar su trayecto diario que habría de renovar la vida. Por ello, los sacrificios eran tan sangrientos, y tan crueles para los ojos de los europeos. La sangre y la vida era el don más preciado del ser humano, y su ofrenda a los dioses significaba la renovación.
Los historiadores conocen mejor el Posclásico del altiplano que de otras regiones. La práctica de exponer los cráneos de los sacrificados ya se observa en Huamelulpan (Oaxaca) a principios de nuestra era; y en sitios de períodos posteriores como Copán, Honduras y Uxmal. Estos tzompantli alcanzaron grandes proporciones, mayores incluso que las de los posteriores tzompantli de la gran capital azteca Tenochtitlan.7
Sacrificios olmecas
Los olmecas fueron la primera gran civilización mesoamericana. Aunque no existe evidencia irrefutable de sacrificio de infantes en esta cultura, se han encontrado esqueletos completos de recién nacidos, así como fémures desmembrados y calaveras, en un sitio olmeca en el estado de Veracruz llamado El Manatí. Estos huesos han sido asociados con ofrendas sacrificiales, particularmente, unos bustos de madera. Aún no se sabe cómo murieron los infantes

El Señor de Las Limas
Algunos investigadores también han asociado el sacrificio de infantes con el ritual olmeca que muestra a bebés laxos o flácidos, siendo el más famoso la enorme piedra labrada que se encuentra en el Altar 5 de La Venta, o la figura del monumento de Las Limas.9 Respuestas definitivas sobre este asunto tendrán que esperar a ulteriores investigaciones.
Sacrificios teotihuacanos
En Teotihuacán, la gran metrópolis del Clásico, el sacrificio por extracción del corazón fue una práctica importante, como se observa en la pintura mural. Muy poco se sabe de Teotihuacán. No se conoce el nombre de un solo rey y el mismo nombre de Teotihuacán es una invención mesoamericana posterior. Los huesos encontrados en las Pirámide del Sol y de la Luna hacen suponer que se realizaban sacrificios a Tláloc.10 En 2007 análisis del ADN confirmaron que las víctimas eran traídas de pueblos muy distantes.11
Sacrificios mayas
El sacrificio de prisioneros recreaba el mito cósmico y fue clave en la ideología de los señoríos mayas. Michael Coe explica el gran cambio producido por los nuevos estudios de la civilización maya, a partir de que descifraron los jeroglíficos:
Ahora es sorprendentemente claro que los mayas de la época clásica, y sus antecesores del Preclásico, eran gobernados por dinastías hereditarias de guerreros, para quienes el auto sacrificio y el derramamiento de la sangre, y el sacrificio de la decapitación humana eran obsesiones supremas.

La extracción del corazón aparece en algunos cuantos casos del arte maya. Los sacrificados casi siempre parecen niños. La extracción de corazones de niños se ve en la cerámica pintada. Otro caso conocido es la Estela 11 de Piedras Negras en Guatemala, en que se ve la cavidad pectoral de un niño sacrificado.
En el sacrificio de adultos, existe una imagen pintada sobre una vasija en que se ve el sacrificio ritual de un prisionero atado a un cadalso y un grotesco personaje que le saca las entrañas con una lanza, mientras los músicos tocan tambores y trompetas —«una de las escenas más terribles del arte maya».13 En los muros de Bonampak también hay terribles imágenes de tortura ritual.
Otra forma de sacrificio era arrojar a la víctima al interior de un cenote.
[Sacrificios toltecas


Tzompantli asociado al Templo Mayor, Códice Ramírez.
En 2007 los arqueólogos anunciaron que habían analizado los restos de dos docenas de niños, de cinco a quince años, encontrados enterrados con figurillas de Tláloc. Los niños, encontrados cerca de las viejas ruinas de Tula, la capital tolteca, habían sido decapitados. Los restos fueron fechados de 950 a 1150 EC.
Sacrificios totonacos
Las totonacas en ocasiones sacrificaban niños para extraerles la sangre, la cual era mezclada con semillas para hacer una pasta la cual era comida entre los adultos.15 La Isla de Sacrificios, actualmente en el estado de Veracruz y descubierta por el español Juan de Grijalva, recibió ese nombre debido a que en ella se hallaron cuerpos sacrificados de indígenas durante una ceremonia de ofrenda a sus dioses.16
Sacrificios aztecas (mexicas)


En Xochimilco, al sur de la Ciudad de México se encontraron los restos de un niño de tres a cuatro años cuyos huesos presentaban una coloración naranja o amarilla traslúcida; texturas tersas o vítreas, y compactación del tejido esponjoso, además de estrellamiento del cráneo. Dado que después de sacrificarlos los mexicas solían hervir algunas de las cabezas, los arqueólogos concluyeron que el cráneo fue hervido y que se estrelló debido a la ebullición de la masa encefálica. Fotografías del cráneo han sido publicadas en revistas especializadas.17
En Tuly, los toltecas asociaban la práctica de sacrificios humanos a la veneración de Tezcatlipoca. En la mitología mexica, a partir de las reformas de Tlacaélel el sacrificio era el recurso humano para salvar al universo de su destrucción, asegurando la supervivencia del sol, y con ello la vida misma. Un ciclo de 18,980 días se repetía cada 52 años, al término del cual el «Quinto Sol» (Nahui Ollin) corría el riesgo de extinguirse para siempre, y la tierra de ser dominada por seres de la noche. Un enemigo debía entonces ser sacrificado en el monte Huixachtépetl para hacer brotar el fuego nuevo, después de lo cual sangre y corazones humanos debían, periódicamente, nutrir al dios en los siguientes 52 años. La práctica servía también a una estrategia de dominación: garantizar los privilegios de las clases dominantes.
Para interpretaciones más modernas como la de Lloyd deMause, resulta significativo que las víctimas fueran investidas de un profundo significado cosmológico. Según los psicohistoria dores el sacrificio era una forma inconsciente de vengar los métodos brutales de puericultura en la América precolombina (a la vindicación sobre chivos expiatorios los psicólogos denominan desplazamiento).18
Las ceremonias ligadas a la Guerra Florida o Xochiyáoyotl también fueron formas sacrificiales. Los prisioneros capturados podían ser guerreros enemigos de poblaciones aledañas a Tenochtitlán.
Los sacrificados a Xipe Tótec eran desollados después de muertos. Su piel era utilizada por los sacerdotes que, poniéndosela encima, personificaban al dios.


Códice Tudela.
Bernardino de Sahagún, autor de documentos valiosos para la reconstrucción de la historia del México antiguo, cuenta que los sacrificadores se extraían sangre a ellos mismos durante los cinco días anteriores al rito. En la víspera se organizaba la solemne «danza de los cautivos», donde la víctima era forzada a bailar. Las personas condenadas a morir y sus sacrificadores pasaban la noche en vela juntos. Éstos cortaban a aquéllos una mecha de cabellos para conservarlos como trofeo y objeto mágico portador del «tleyotl» (fuego interior de la víctima). Al amanecer, el sacrificador llevaba a la víctima al templo. Antes de subir, se le retiraba parte de la vestimenta para descubrirle el pecho y, acto seguido, los sacerdotes la subían a la pirámide trunca, donde se le atrapaba de las extremidades y se le extirpaba el corazón.
Anualmente se acostumbraba realizar el sacrificio de un músico, por lo que se debía elegir a un prisionero joven para educarlo en las artes musicales, principalmente en tocar una especie de flauta cerámica. Era cuidadosamente alimentado y ricamente vestido como si se tratara de la divinidad Tezcatlipoca. Un mes antes del sacrificio era casado con cuatro doncellas las cuales lo acompañaban hasta el día de su inmolación cuando era llevado por una barca por el lago hasta llegar a una isla donde había un sur, donde éstas lo abandonaban. El músico se dirigía al templo y subía cada peldaño (rompiendo las flautas que había tocado durante su consagración) y al llegar a la parte superior era tomado por sus victimarios que lo sujetaban de sus extremidades y uno de ellos, que era el sacerdote, le abría el pecho con un cuchillo de sílice, le arrancaba el corazón y lo decapitaba. Su sangre era recogida cuauhxicalli, su cabeza clavada en un tzompantli, su corazón era quemado como ofrenda a los dioses y el resto de su cuerpo era despeñado por la escalinata del templo.19
Además de la extracción del corazón, había otras formas de sacrificio que se aplicaban en rigurosa conformidad al calendario azteca: decapitación, despeñamiento desde un templo, flecha miento, encerramiento en cuevas, ahogamiento, asamiento y «rayamiento» (lucha ritual).
Canibalismo


El sacrificio y el canibalismo inició en Mesoamérica hace 2,500 años o tal vez antes. El Conquistador Anónimo nos dice que a los prisioneros de guerra a quienes los mexicas no canibalizarían los esclavizaban.
Bernal Díaz del Castillo dice que el tlatoani mismo compartía el canibalismo de su época. "Oí decir que le solían guisar carnes de muchachos de poca edad" para Moctezuma, y en esa misma página se lee que "nuestro capitán le reprendía el sacrificio y comer carne humana, que desde entonces mandó que no le guisasen tal manjar.

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